CRÓNICAS MONTAÑERAS: Basender

lunes, 10 de agosto de 2015

Basender

Domingo 5 de Julio:

Barranco seco del Basender y variante de la cornisa

Retorno por el Camino de las Escaleretas

Rafa en el primer rapel del Basender

Es la última actividad tras nueve días continuados de montaña con Yaiza y cinco con Bibiana (bibi), ayer descendimos el barranco acuático de Ramastué junto con Clara (la inaudita), Bea (secretaria), Rafa (el freerider), Gabi (Gavilan), y Ángel Antón.

Aprovechando el viaje de vuelta a Zaragoza atravesamos Sierra de Guara desde Aínsa hasta el aparcamiento del Vero para descender el barranco seco del Basender.

Bonitos pasillos en el cauce seco

El objetivo es completar la segunda jornada de prácticas de seguridad en barrancos, recordatorio para los monitores de cara a la Multiaventura "Tebarray".

Aprovecharemos para conocer mejor la variante del pasamanos del Basender y retornaremos al coche por el camino de las Escaleretas.
Hoy se unen al grupo barranquista Marta, Sofía Natalia y Lauren.

Cabecera del quinto rapel visto desde la cornisa

Batimos la temperatura máxima para un mes de julio desde que se tienen "registros", bajar a la sierra no fue un acierto, si ya de por si es un "secarral", supuso una dura prueba de resistencia al "golpe de calor", a poco "morimos" asados en semejante "horno".

La media hora de aproximación del parking al Basender nos dejo en el cauce seco como recién salidos de la "sauna".

Bibi en el pasamanos de la cornisa

Menos mal que el barranco es encajonado y hay sombra, el problema "gordo" fue el retorno. Nos colocamos arneses y cascos comenzando la marcha por el estrecho y bonito cauce seco, salvamos dos pequeños resaltes y rapelamos un tercero de tres metros muy pulido, resbaladizo y delicado para destrepar.

Clara cruza un pequeño tramo donde la cornisa es casi inexistente

Simultáneamente esta el primer rapel de nueve metros, todas instalaciones las montan turnándose entre Yaiza, Bibi, Gabi y Ángel. Otros dos resaltes dan a un pequeño rapel de 4 metros, andamos unos 60 metros salvando cuatro nuevos resaltes justo antes del siguiente rapel de ocho metros.

El rapel normal visto desde arriba

La mayoría bajan rapelando por el fondo del cauce, entre Bibi, Gabi, Clara y yo montamos un pasamanos de 50 metros por una cornisa a la derecha del rapel, tiene pasos estrechos y muy aéreos, hay media docena de anclajes que facilitan la instalación del pasamanos.

Mientras trabajamos en el pasamanos vemos a nuestros compañeros veinte metros bajo nuestros pies que nos observan con cara de "suspense".

Bibi por el pasamanos y Gabi atrás lo va desmontando

Al final de la instalación hay una amplia repisa con una reunión para montar un rapel volado al centro de una inmensa y espectacular sala, evitamos así el rapel cuarto y quinto de ocho y once metros respectivamente que nos "pulimos" de una tajada.

A pocos pasos esta el siguiente desnivel donde montaremos otro rapel de nueve metros.

Rapel que nos adentra en una zona de oscuros

Otro resalte y noventa metros de pasillos nos colocan en un mini rapel de tres metros que destreparemos ayudados por una cuerda fija y el final del descenso con un rapel de trece metros, el mayor del barranco.

Aparecemos en una gran sala a orillas del río Vero.

Zona de pasillos casi subterránea

Andamos río abajo paralelos al Vero por la misma orilla siguiendo una senda muy marcada sin mojarnos, atentos porque 500 metros a la derecha un hito indica el inicio de la "senda" de las Escaleretas.

Arrancamos por una inclinada faja teniendo que poner las manos nada más empezar, este comienzo me hace temer que quizás sea algo más aérea y dificil de lo esperado, somos doce personas y alguno no demasiado avezado.

Yaiza monta una instalación alargable con dos rapeles simultáneos

Mis sospechas se materializaron, la senda no es para todos los "públicos", a pesar de que los habitantes de Lecina la usaran en la antigüedad para subir y bajar a sus huertos cargados con lechugas y patatas. Vete a saber cuantos marcharían al huerto y nunca mas se supo de ellos, en esas épocas la vida era muy dura, nuestra zona de confort no existía y las expectativas de vida eran más bien cortas.

Rapel final de trece metros que nos deposita en el Vero

Tengo que confesar que en varios momentos me invadió el desasosiego cuando veía pasar al grupo sobre aéreas cornisas, pulidas, extraplomadas e inclinadas sobre el vacío. A pesar de llevar material adecuado en muchas zonas es imposible montar un sistema de aseguramiento, hay tres pasos estrechos donde si colocamos la cuerda, uno de ellos tras cruzar el característico agujero en la roca esta preinstalado con un pasamanos de sirga.

Paso aéreo asegurado

La verdad que es un recorrido curioso, llamativo y bonito, la adrenalina va a flor de piel, a mi personalmente me encantó. El acceso a los abrigos donde están las pinturas rupestres lo vimos tan comprometido que ni llegamos a ellos, en otra ocasión con grupo pequeño y temperatura más fresca los visitaremos.

Finalizadas todas trepadas sin novedad y llegados al camino de Lecina, el regreso a todo sol en horas centrales del día fue lo más "peligroso".

Cornisa expuesta y resbaladiza

En la estación de aforos del Vero alguno no pudo aguantar la tentación de tirarse vestido al agua permaneciendo a remojo rato y rato sin que pareciera fría ni lo más mínimo.

Con el cuerpo fresco la vida se ve de otra forma, subimos a los coches y bajo una sombra comimos y bebimos agotando las existencias de agua y refrescos que llenaban las neveras.

Paso estrecho tras el túnel de roca asegurado con una sirga fija

Satisfechos y con ganas de más finalizamos estos nueve días continuados de "aventura particular", regresamos a la ciudad, al calor y la "cruda" realidad.

En cuanto sea posible me escapo al pirineo, al menos allí por las noches refresca y se puede dormir.