CRÓNICAS MONTAÑERAS: Garmo Negro 3051 m.

lunes, 6 de octubre de 2014

Garmo Negro 3051 m.

Domingo 14 de Septiembre:

Garmo Negro 3051 m.

El plan "A" es coronar las cumbres del circo Argualas, Algas y Garmonegro cresteando, en dos ocasiones he completado este itinerario y otras tantas hemos "abortado" por mal tiempo, hoy será la tercera.
Comienzo el viaje solo desde Zaragoza, primera parada en Villanueva para recoger a Andrea, nueva y firme aspirante a formar parte del equipo de "secretarias". En Huesca monta la "extensamente" conocida Bea (la andaluza), ha vuelto al "exilio" tras pasar el verano en sus tierras de Almería.

Refugiados en una fuente termal esperado que cese la lluvia

En el Balneario de Panticosa esperan Sara (saracrof) y Rafa (el freerider) que "pulula" por el monte en unas "eternas" y envidiables vacaciones.

Los pronósticos meteorologicos apuntan a una mañana limpia con tormentas por la tarde, pero parece que se adelantó el temporal. El cielo se esta poniendo "feo" a marchas forzadas, da la impresión de que van a caer "chuscos" de punta.
Sara que es un poco "aguafiestas" no deja de advertir que nos vamos a chipiar, no le hacemos ni caso para que pueda decir aquello de "si ya lo decía yo".

En cuanto para de llover reanudamos la marcha

Efectivamente comenzamos la marcha y sin que transcurran ni quince minutos el cielo descarga a mala leche. Bajamos corriendo para refugiarnos en una fuente termal al inicio del sendero.

Como es habitual en estos casos siempre alguien pregunta el típico ¿y ahora que hacemos?, a lo cual viene la correspondiente respuesta de libro: pues tenemos dos opciones, a/ ver llover, b/ mojarnos.

Sin darnos cuenta nos aproximamos al Garmo Negro

Pasamos media hora haciendo el "indio" y charrando a la vez que contemplamos la lluvia hasta que para. Es pronto y ya que estamos metidos en el "tema" vamos a continuar un rato aunque solo sea para estirar las piernas porque seguro que una o varias trombas de agua nos sorprenderán de nuevo y no llegaremos a ninguna parte.

El Balneario queda ya muy abajo

Llueve fino y para repitiendo la secuencia mientras nos cruzamos con cantidad de montañeros madrugadores que "huyen" de las alturas sin hollar cumbre. A lo tonto subimos y subimos hasta plantarnos en el collado donde aparece el circo que forman nuestros objetivos.

Tras la granizada proseguimos al Garmo Negro

En ese momento descarga un huracán de fino granizo que nos acribilla acelerado por fuertes rachas de viento, nos ponemos en cuclillas espaldas al aire aguantando lo más fuerte con intención de salir disparados para abajo en cuanto afloje lo más mínimo.

Sumidos en la niebla sin visibilidad

Pero tras la tempestad vuelve la calma, ¿o era al revés?, bueno da igual, el caso es que tan repentinamente como empezó acabó, ¿seguimos?, ¡vale!, total ya no queda nada para el Garmo Negro.....

Sumidos en una espesa niebla y completamente calados no podemos dejar de andar sino queremos helarnos. Rafa y Sara escapan "to recto pa arriba" (en idioma andaluz), yo con Andrea y Bea sigo un trazo más extenso a alcanzar el cordal y por él coronar el Garmo.

En la cima la visibilidad es nula

En pocos minutos nos reunimos en la cumbre, permanecemos lo justo para sacar cuatro fotos y salir "pitando", ¡dios que frío!, por supuesto queda definitivamente descartado intentar nada más, con lo hecho vamos más que servidos.

Descenso por el mismo camino, poco a poco aumenta la temperatura y emergemos bajo las tinieblas enganchadas en las cumbres, haremos la primera parada de la jornada, estamos muertos de hambre y hay que reponer energía.

Al menos se nos ve a nosotros

En la Majada Baja nos "acoge" una última granizada seguida de lluvia abundante hasta el Balneario.

Tuvimos mucho frío, nos calamos hasta los huesos, no conseguimos subir todas las cumbres previstas y en la cima del Garmo la niebla no ha dejado contemplar el paisaje, pero como dice Bea me lo he pasado "bomba".

Pronto salimos de la niebla y sube la temperatura

Tras secarnos, ponernos ropa limpia y abrigarnos marchamos del Balneario en busca de cotas más bajas y calientes. Paramos en el merendero de Olivan a comer, más bien merendar, resguardados de la lluvia que no ha dejado de caer. Un café caliente para "templarnos" antes de viajar a Zaragoza "felices y contentos" igual que si todo hubiera salido como estaba previsto.